martes, 24 de enero de 2012

Chejov

Antón Chejov ( 1860-1904) logró el reconocimiento a su labor literaria en vida y así grandes escritores y artistas como – no solo rusos- le profesaron una gran admiración. Chejov, médico de profesión comenzó a escribir pequeñas historias firmadas con pseudónimos distintos en publicaciones periódicas. Escribió alrededor de doscientos cincuenta cuentos y novelas cortas, pero además fue un gran dramaturgo con obras que ocuparon un puesto de honor en el teatro ruso, antes y después de la revolución bolchevique. Sus piezas teatrales fundamentales son La gaviota (1896), El tío Vania (1898), El jardín de los cerezos(1904), y Tres hermanas.

Los primeros cuentos de Chejov fueron, en su mayor parte, humorísticos. Los escribió con suma facilidad; los escribió, según confiesa, "como canta un pájaro", y no les dio importancia, pero en sus mejores relatos y piezas teatrales subyace siempre una preocupación sincera por la deriva moral, cívica y cultural en la que se hallaba sumida la sociedad rusa. Chéjov en Vanka y en muchos de sus cuentos, supo elegir la vía del artista que se implica en el trabajo mismo, desapareciendo del texto, dándole un final abierto, presentando la realidad tal y como él la veía pero en su forma literaria, quizá poniendo a veces el acento en su lado más sórdido y absurdo, pero precisamente para que fuera el lector quien se sintiera zarandeado y apelado a cambiar algo al reconocerse en el cuento o reconocer una situación determinada ( el trabajo infantil en el cuento que nos ocupa). En sus cuentos no hay grandes héroes ni aventuras exóticas, sino personajes comunes como Vanka, el pequeño de nueve años a quien la sociedad y el trabajo le ha robado la infancia.
El lector ruso de inicios del siglo XX consideró a Chéjov el escritor más grande de su tiempo, el mejor y más sutil conocedor del alma rusa, quizá sólo un escalón por debajo del amado Pushkin. Chéjov fue muy leído por los cuentistas españoles de la generación del medio siglo, o en los hispanoamericanos como Horacio Quiroga o Julio Cortazar. Más recientemente, Ana María Matute, galardonada con el Premio Cervantes en 2010 confiesa que Chejov fue uno de los autores que le abrieron las puertas del mundo literario y que Vanka es uno de sus cuentos favoritos.
Músicos como Rakhmaninov

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